La cultura popular tradicional, expresada en diferentes formas y manifestaciones --materiales y espirituales--, es el objeto de estudio esencial del Atlas Etnográfico de Cuba. Ella constituye un patrimonio de inestimable significación para todo pueblo, en el que se expresan valores de la nacionalidad que nutren y fortalecen, en un proceso de dinámica recreación, la identidad nacional.
Sus manifestaciones en la cultura material, expresadas cartográficamente en esta obra, son: los asentamientos rurales, la vivienda y las construcciones auxiliares rurales, el mobiliario y ajuar de la vivienda rural, las comidas y bebidas de la población rural, los instrumentos de trabajo agrícola, los modos y medios de transporte rural, las artes y embarcaciones de la pesca marítima, y la artesanía popular tradicional. En el campo de la cultura espiritual se incluyen: las fiestas populares tradicionales, la música popular tradicional, las danzas y bailes populares tradicionales y las tradiciones orales . Todo ello precedido por el estudio de la historia étnica.
Este trabajo ha sido realizado por especialistas del Departamento de Etnología del Centro de Antropología, el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, así como la labor cartográfica por el Instituto de Geografía Tropical.
La elaboración del Atlas, iniciada desde hace más de 20 años, responde a una gran variedad de factores. En primer lugar, la carencia de estudios sistematizados sobre la cultura tradicional con un enfoque etnográfico y con resultados abarcadores de la problemática a nivel nacional. Por mucho tiempo las expresiones culturales, fruto del saber popular, estuvieron relegadas a la esfera de los fenómenos, sobre los que no había un interés oficial. Sólo, un pequeño grupo de investigadores, cuyo principal exponente es Fernando Ortiz, emprendió, en la primera mitad del siglo XX, esa ingente tarea, contribuyó a su conocimiento, y, a la vez, estableció sus profundas implicaciones para la cultura cubana. La obra de esos precursores es de una vigencia incalculable y, en muchas de sus vertientes, todavía no ha sido superada. Sin embargo, al ser su labor de carácter un tanto individual y sin los presupuestos económicos necesarios, sus resultados no pudieron abarcar la creación popular en toda su riqueza y variabilidad.
Después de 1959, se crearon instituciones, en las que se inició, con nuevos enfoques y perspectivas, el estudio de la cultura cubana. A pesar de ello, la dedicación de los esfuerzos individuales y colectivos a una u otra vertiente de la cultura, con distintos alcances históricos, sociales y geográficos, hizo que, por mucho tiempo, siguiéramos careciendo de un estudio más integral. Además, el proceso revolucionario vendría a introducir nuevos elementos al panorama ya esbozado. El conjunto de transformaciones en las esferas económica, social y cultural en corto tiempo imprimió una dinámica de cambios a la vida cotidiana y al acervo cultural tradicional, que hacía presumible la desaparición de muchas de sus expresiones en los nuevos contextos socioeconómicos y culturales, como ocurrió con algunas de ellas, al cambiar una gran parte de los elementos que le servía de sustento. Se hizo evidente la necesidad de acopiar, ordenar, analizar y clasificar el valioso material de que se disponía, con el propósito de rescatar, revitalizar y dejar constancia, para las generaciones futuras, de toda esa inmensa sabiduría popular. Era también un compromiso insoslayable y una forma de rendir tributo a los precursores de la Etnología cubana.
Estas fueron las circunstancias, entre otras, que propiciaron el comienzo de las investigaciones para la elaboración del Atlas Etnográfico de Cuba. Las secciones que lo conforman se corresponden con las temáticas enunciadas.
El Atlas contiene además un conjunto de mapas que ofrece una visión general de las características físico-geográficas de Cuba y las divisiones político-administrativas, implantadas en distintos períodos históricos, que han servido de base para la representación cartográfica; de ellas, la más usada en la obra es la establecida en 1976, por ser la que está vigente en la actualidad y en los momentos en que se desarrolló la investigación. De acuerdo con ésta, el país quedó dividido en 14 provincias, 169 municipios y un Municipio Especial.
La realización del trabajo se basó en la concepción de que todo cuanto el Hombre crea es cultura, sobre todo, aquellas creaciones en las que se expresan sus sentimientos, sus maneras de ser y pensar, sus modos de vida y sus conocimientos atesorados a través de la Historia. Ellas cumplen funciones importantes para la satisfacción de necesidades materiales y espirituales de sus creadores-portadores. Es el acervo de expresiones y manifestaciones de la creación popular, mantenido, recreado y transmitido en un proceso secular, que lo hace tradicional y en el que se emplean vías de transmisión como la palabra y el ejemplo; en resumen, se estudian rasgos y expresiones culturales que nos distinguen como etnos, pero que, a la vez, presentan las aristas de aquellos elementos que compartimos con otros pueblos.
La cultura popular tradicional es un fenómeno creador y dinámico, por lo que durante la investigación se atendieron especialmente los cambios que ha experimentado en el decursar histórico. Al mismo tiempo, el estudio de cada fenómeno se enfocó no sólo como expresión en sí, sino en todo su significado como elemento mediatizador en las relaciones sociales que establecen los hombres. Se tuvo en cuenta también la relación con el medio natural, sociocultural y económico en que funciona y su estrecha dependencia de las tradiciones étnicas. Todos éstos son factores que contribuyen, desde ese ángulo, a la comprensión de los procesos históricos y etnogenéticos que condujeron a la formación del pueblo cubano, puesto que la cultura lleva en sí las huellas de esa historia y de los lazos de parentesco con otros conglomerados humanos. Las informaciones son muy valiosas para el conocimiento del legado hispánico y africano de la cultura cubana.
Precisamente en el estudio de la historia étnica, se parte de una caracterización de las comunidades aborígenes que poblaban la Isla de Cuba a la llegada de los españoles y las principales zonas de contacto indohispánico, como vía para comprender algunas de las particularidades del choque cultural ocurrido y el proceso de transculturación posterior. A continuación, y a través del estudio etnodemográfico, se presenta el nivel cuantitativo y la participación de los distintos grupos inmigratorios que arribaron a Cuba a lo largo de su Historia, desde la llegada de los españoles hasta el siglo XX. Este tratamiento del problema contribuye a dar sistematicidad y base teórica a las consideraciones sobre los orígenes étnicos de las expresiones culturales estudiadas.
Desde el primer momento, se definió que los resultados que se obtuvieran serían plasmados en dos formas fundamentales: a través de este atlas, en el que se muestran los elementos objeto de estudio en su distribución espacial y dinámica histórica, y mediante un conjunto de textos monográficos contentivos de un análisis histórico etnográfico de cada fenómeno, así como de los principales aportes logrados en ese campo. Ambas partes, aunque son complementarias y en conjunto ofrecen una visión integral del objeto de estudio, poseen relativa independencia.
La recopilación de informaciones se dirigió al logro de esos dos grandes proyectos. Para esto, fue necesario tener en cuenta los elementos señalados en relación con la insuficiencia de investigaciones sobre aspectos concretos de la cultura popular en su distribución territorial, la inexistencia de museos etnográficos y la carencia de materiales de archivos que sirvieran de fuente para los estudios históricos.
Resultó imprescindible elaborar un programa de investigación, en el que el trabajo de terreno y los distintos métodos y técnicas constituyera la vía principal durante la indagación etnográfica. Es decir, que todo lo relacionado con la metodología fue determinado tanto por las fuentes disponibles como por los enfoques clásicos utilizados en el campo de la Etnología. Dentro de este esquema general, cada temática recibiría el tratamiento especial que sus particularidades exigiera. Se trata sólo de enunciar los principios generales.
En cuanto a la cultura material, el estudio comenzó con la realización de expediciones etnográficas que abarcaron nueve de las catorce provincias del país (Este, Centro y Oeste), y en las que, siguiendo el método de desplazamiento radial, se visitaba un determinado número de localidades previamente seleccionadas, de acuerdo con indicadores de carácter histórico, geográfico, económico y cultural. En esta fase del trabajo, a través de la observación participante y la realización de entrevistas a informantes especializados --preferentemente de avanzada edad y oriundos de la zona estudiada-- se fue acopiando el material cualitativo necesario para la elaboración de las tipologías temáticas preliminares y su consiguiente fundamentación. El equipo de investigadores, en cada expedición, se completaba con fotógrafos y dibujantes especializados para dejar constancia gráfica de las evidencias encontradas.
Una vez concluida esta fase, se procedió a la preparación de los cuestionarios que, después de probados a través de un pilotaje, fueron aplicados en una encuesta nacional, mediante la cual fue posible el establecimiento definitivo de las tipologías con un elevado rigor científico y la obtención de los datos cuantitativos necesarios para la cartografía. La exactitud que demandaba este trabajo determinó que los cuestionarios de la encuesta fueran acompañados de los dibujos tipológico-temáticos, en torno a los cuales se desarrollaba la investigación.
Para la recogida de información, referida a la cultura espiritual y las artesanías, se realizó también una amplia e intensa labor de indagación etnográfica en todo el país, en la que se aplicaron iguales técnicas y procedimientos. Pero en este caso, la labor tuvo una decisiva participación de los especialistas en estudios culturales del Ministerio de Cultura en cada provincia y municipio. Su conocimiento del área en la que trabajaban y el entrenamiento recibido a través de seminarios, coloquios y conferencias, donde se discutieron los objetivos del trabajo y los instrumentos que se utilizarían, facilitó el acopio de un amplio volumen de datos, que luego fueron procesados por los investigadores, responsables de toda la dirección y realización del trabajo.
La particularidad, en este caso, consistió, en que los estudios sobre asentamientos, vivienda y construcciones auxiliares, mobiliario, comidas y bebidas, instrumentos de trabajo y modos y medios de transporte se realizaron en zonas rurales, donde sus manifestaciones se conservan con mayor fuerza y pureza, mientras que la cultura espiritual --fiestas, música, danzas y tradiciones orales-- y las artesanías abarcaron tanto las áreas rurales como urbanas . Las artes y embarcaciones de la pesca marítima tuvieron como escenario de trabajo todas las comunidades pesqueras del país. La información obtenida fue procesada por métodos automatizados.
El estudio en las zonas rurales, en todas las fases de la investigación, incluyó tanto la población que vive dispersa como la que se reúne en núcleos de población concentrada. Se cubrió todo el espectro socioclasista del campo cubano: campesinos independientes; agrupados en Cooperativas de Créditos y Servicios o en Cooperativas de Producción Agropecuaria y trabajadores vinculados a empresas y planes agropecuarios estatales. La composición por sexo de los entrevistados, tanto en zonas urbanas como rurales, dependió grandemente de los contenidos específicos de cada temática.
Fue importante el uso de fuentes escritas, tanto para el diseño de la investigación como para el cotejo y adecuada interpretación de los datos obtenidos directamente en el terreno.
El acopio de información, su análisis, clasificación y la elaboración de los criterios tipológicos que hicieron posible la preparación de los mapas etnográficos, se realizaron atendiendo un grupo de indicadores centrales, referidos, sobre todo, a la función que desempeña cada expresión de la cultura popular tradicional en la vida cotidiana y en el sistema de relaciones sociales entre los hombres. Siempre que fue factible, se seleccionaron, como elementos que enriquecieron la clasificación, las motivaciones de su desarrollo y los antecedentes étnicos subyacentes.
Para la cultura material, se tuvieron en cuenta, además, los materiales y técnicas o procedimientos con que han sido elaborados los diferentes objetos, aspectos de orden morfológico y el modo en que son accionados. En las manifestaciones de la cultura espiritual resultó de gran valor el establecimiento de la dicotomía entre el carácter religioso y laico de éstas, muy vinculados a los antecedentes étnicos. De esa forma, se enriquecía el criterio de funcionalidad, básico para el análisis.
Todo esto hizo posible la definición de un conjunto de tipos, subtipos y variantes tipológicas que, al estar plasmadas en mapas, donde se refleja su distribución espacial y dinámica histórica, ofrece un extenso panorama susceptible de ser utilizado para la realización de múltiples interpretaciones, tanto en el plano histórico como en su desenvolvimiento presente y en sus proyecciones futuras.
La recopilación de datos comenzó, para algunas temáticas, a finales de 1970; para otras, a inicios de la década de los 80 y culminó entre 1988 y 1990; por lo tanto, los resultados que se ofrecen no trascienden esta última fecha. Los períodos históricos en los que se presenta la información, en cada caso, han dependido de las exigencias particulares de cada fenómeno y del alcance de las fuentes disponibles.
En la sección de historia étnica fue necesario y factible remontarse a los momentos iniciales del proceso de etnogénesis, para lo cual se usaron datos obtenidos en las fuentes censales y de archivo. También en los mapas generales y de referencia se aborda la problemática de los asentamientos rurales y algunos sobre la cultura espiritual recogen informaciones documentales y bibliográficas del período colonial, particularmente del siglo XIX.
En las secciones en las que la información cartografiada fue obtenida a través de una encuesta nacional, la dinámica de cada fenómeno se expresa en dos cortes cronológicos: antes de 1959 y en 1988. Los análisis matemáticos y estadísticos a los que fueron sometidos los datos, facilitaron la elaboración de indicadores de frecuencia, que expresan el grado de intensidad con que se presenta cada expresión de la cultura popular tradicional en las distintas provincias del país. En ellos, además de la valoración cualitativa, está presente el elemento cuantitativo, expresado en porciento: Alto (60 % y más), Medio (30 % hasta 59,9 %), Bajo (10% hasta 29,9 %) y Muy Bajo (0,1 % hasta 0,9 %).
En otros casos, particularmente, en los referidos a la cultura espiritual, la información recopilada hizo posible expresar la gran variedad de manifestaciones culturales, a través de las distintas etapas de la Historia de Cuba, desarrolladas en función de satisfacer las más diversas necesidades espirituales del Hombre. Es por eso, que se incluyeron informaciones referentes a aquellas expresiones que, aunque ostentaron un carácter popular tradicional en otras épocas, en los momentos en que se hizo la investigación, habían dejado de practicarse, debido a distintos procesos de transformaciones socioeconómicas y culturales; para indicar la presencia del fenómeno y su dinámica de cambio, se utilizaron los indicadores Vigente y No Vigente. En la sección dedicada a la pesca, fue posible incorporar, también, algunos exponentes que habían desaparecido y que fueron rescatados a través del método de reconstrucción etnográfica, a partir de las informaciones ofrecidas por viejos pescadores y artesanos. Estos han sido los procedimientos generales. El lector podrá encontrar a lo largo de todo este trabajo las especificidades de cada temática.
Los resultados obtenidos evidenciaron la riqueza y variabilidad regional de nuestra cultura popular tradicional, dada la presencia de diferentes factores históricos, socioeconómicos, geográficos y culturales, por lo que resulta un material importantísimo para futuros trabajos de regionalización.
Fue posible constatar la vigencia de la cultura popular tradicional, así como la utilidad y el valor que sus expresiones conservan para amplios sectores sociales; por lo que se confirma su profunda inserción en la cultura nacional. El cultivo de la tradición se ha mantenido en presencia de factores que influyeron fuertemente sobre ella, como la masividad de la alfabetización y los efectos de las innovaciones científico-técnicas a escala nacional y, en general, las transformaciones del medio natural y sociocultural, que habían constituido su sustento a través de generaciones.
Se manifestó, una vez más, que aquellos elementos que poseen determinada carga étnica, con funciones muy específicas en la vida cotidiana, son menos proclives a los cambios bruscos y muestran una gran capacidad de adaptación y supervivencia, aún en medio de profundas transformaciones socioeconómicas. Ellos forman parte importante de la experiencia histórica de los pueblos y sirven de sustento a esa autoconciencia de origen común, tan importante para su funcionamiento y reproducción.
En cuanto a las influencias étnicas subyacentes, en las manifestaciones culturales estudiadas, hay que reconocer que hubo dificultades en el momento de delimitarlas. Esto está relacionado con la gran diversidad étnica que intervino en el proceso de transculturación y las particularidades de la inserción de cada grupo en el escenario natural, económico y sociocultural cubano. En este contexto debe recordarse que la memoria histórica de sus portadores actuales es también el fruto de ese proceso de transculturación que, por múltiples razones, han hecho que las referencias a los elementos originarios, a veces, sean muy vagas. En ocasiones, tales referencias han sido incluso olvidadas y fue necesario recurrir a la Etnología comparada. Lo que sí es posible afirmar es que se trata de expresiones cubanas, mantenidas, recreadas y transmitidas por personas nacidas en Cuba.
El cúmulo de información factual, reunido durante más de diez años de laboriosa y sistemática investigación de terreno, así como su ordenamiento, clasificación y tipologización, constituye una fuente de inestimable valor para los estudiosos de la cultura cubana, que indudablemente sobrepasa los propósitos de esta obra. En ella, se hicieron síntesis y generalizaciones que facilitan en un conjunto de mapas, los elementos y características más significativos de los fenómenos objeto de estudio. Todo ese material se conserva en los fondos de los archivos correspondientes a cada una de las instituciones que intervinieron en la realización del Atlas.
Los resultados que se ofrecen poseen, además de valor científico, una gran importancia práctica. Ellos han sido utilizados en innumerables planes de revitalización cultural, como fuente para la elaboración de libros de texto, cursos de postgrado, filmes didácticos y el montaje de museos, para contribuir al conocimiento y fortalecimiento de la identidad cultural, en sus expresiones regionales y nacionales. Los especialistas que durante todos estos años realizaron la investigación, han participado en eventos científicos, exposiciones, ferias nacionales e internacionales, coloquios y seminarios, escenarios adecuados para el intercambio de experiencias y conocimientos acumulados.
La labor conjunta, desarrollada durante estos años con instituciones y centros de investigación y promoción cultural, ha tenido importantes repercusiones, no sólo en el campo de la revitalización cultural, cuyos frutos se expresan en las secciones correspondientes, sino también en el rescate del reconocimiento y de la importancia que todo ello tiene para el trabajo cultural.
Las informaciones expresadas en el Atlas, deben ayudar a conocer las potencialidades existentes para el logro de soluciones de importantes problemas locales, donde la aplicación masiva y, en ocasiones, indiscriminada de las innovaciones técnicas no ha ofrecido los resultados esperados. De esa forma, puede coadyuvar a una posible aplicación de las ventajas que posee el acervo cultural tradicional y el valor económico que podría representar el rescate de algunas prácticas tradicionales.
El Atlas rebasa los marcos de la cultura cubana, para alcanzar el ámbito latinoamericano y caribeño, donde se han verificado procesos comunes y en los que han confluido componentes étnicos muy similares a los que intervinieron en la formación de nuestro pueblo, en condiciones históricas y de relaciones socioeconómicas, ecológicas y culturales con sus especificidades características. Para la realización de este trabajo, se preparó un modelo conceptual, teórico-metodológico, que garantizó la más estricta precisión y nivel científico de las informaciones recopiladas en sus análisis e interpretaciones. Su comprobación en la práctica, lo convierte en un instrumento aprovechable en otras áreas, en las que se promuevan investigaciones de esta naturaleza.
Como resultado de esta investigación tenemos hoy una obra cartográfica que, por primera vez, en nuestro país, aporta un estudio etnográfico sistematizado, a escala nacional, de una amplia gama de manifestaciones de la cultura popular tradicional y la Historia étnica de Cuba.
El Atlas consta de trece secciones, en correspondencia con las temáticas investigadas y con 238 mapas. Las bases cartográficas de Cuba se presentan en escalas de 1: 3 000 000; 1: 4 000 000 y 1: 5 000 000, y, de acuerdo con las especificidades de algunas temáticas, se han incluido otras escalas para diversas áreas del Planeta, relacionadas con los procesos estudiados. Cada sección está precedida por un texto, que ofrece informaciones y esclarece conceptos fundamentales para la comprensión de lo que se expresa cartográficamente. Los mapas están acompañados de un conjunto de grabados, fotos, dibujos, tablas y textos que ilustran los contenidos expresados en ellos.
Dado el carácter especializado de esta obra, aunque se siguen los principios generales de la Cartografía y de la Cartografía étnica, en particular, los métodos de representación utilizados constituyen un aporte en ese campo y resultan novedosos en estos trabajos. Se emplearon símbolos que fueran capaces de expresar correlaciones de fenómenos, distribución espacial y dinámica histórica. De gran ayuda ha sido el uso combinado de cartodiagramas, cartogramas y símbolos fuera de escala, para dar una visión integral del fenómeno en cada uno de los mapas. Asimismo, se conjugaron las exigencias de la Cartografía y las necesidades de la temática que se iba a expresar cartográficamente.
Una experiencia significativa fue el trabajo conjunto desarrollado entre los cartógrafos y los etnólogos. La preparación previa de estos últimos en las técnicas de representación cartográfica, no sólo les permitió la elaboración de los bocetos de autor, sino también mantener un constante intercambio de criterios para el logro de los objetivos propuestos.
Siempre que fue posible, se respetó la terminología acuñada en la cultura popular para identificar las expresiones estudiadas y facilitar la comprensión de los vocablos, sobre todo, cuando se trata de palabras de la realidad cubana, o en el caso de las denominaciones étnicas aplicadas en Cuba a los esclavos procedentes de Africa, muy distintas de los etnónimos de origen.
La diversidad de temáticas que se incluye en el Atlas, hizo que el trabajo interdisciplinario se convirtiera en uno de los rasgos que caracteriza la obra. La labor de etnólogos, musicólogos y cartógrafos tuvo la colaboración de historiadores, lingüistas, sociólogos, geógrafos, biólogos, especialistas en nutrición alimentaria y profesores de enseñanza artística, entre otros. El diseño de la investigación y todo el proceso de recopilación y análisis preliminar de la información en las secciones de cultura material tuvieron la participación de técnicos y especialistas del Instituto de Etnografía Miklujo Maklai de la Academia de Ciencias de la entonces Unión Soviética.
En esta presentación, resultaría prácticamente imposible mencionar todas aquellas personas e instituciones que, en las diferentes fases de la investigación, contribuyeron a su ejecución. Basta decir que recibimos el apoyo y tuvimos la participación directa de técnicos y especialistas de la Academia de Ciencias de Cuba y del Ministerio de Cultura, y que la colaboración se extendió a todos los organismos en cada provincia y municipio del país. Técnicos, profesores, estudiantes universitarios y profesionales de muy diversas disciplinas ayudaron en la recopilación de datos. Reconocimiento especial merece la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), que creara todas las condiciones para el desarrollo del trabajo de terreno entre la población rural. Nuestro mayor agradecimiento a aquellos que constituyeron la fuente nutricia de la investigación, ofreciendo toda la información requerida, tanto en zonas rurales como urbanas: campesinos, trabajadores, amas de casa, artesanos, pescadores, músicos, bailadores y religiosos.
Dr. Juan A. Alvarado Ramos
- Introducción
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