Atlas etnográfico de Cuba

Cultura popular tradicional

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La fiesta, como parte del folklore social, constituye una costumbre, una manera de hacer lo transmitido, mientras que la tradición es la forma de pensar y sentir lo que se transmite. Esto, a su vez, está representado por la práctica de muchos hábitos en cada uno de los aspectos de una sociedad o grupo social determinado.

La fiesta contiene en sí las distintas tradiciones, creencias y ritos religiosos, la música, las danzas, los juegos o competencias, las comidas y bebidas relacionadas con ellas, la ornamentación, expresiones de literatura oral, vestuario, medios de transporte y otros aspectos de la cultura espiritual y material del pueblo. Estas pueden estar vigentes o no y poseer un contenido religioso o laico. Su realización puede ocurrir en el medio urbano o rural. Es, por tanto, una manifestación de la cultura tradicional que resulta básica para el estudio integral de un núcleo social, toda vez que muestra las principales costumbres, hábitos y comportamientos.

Sobre este tema se han escrito en Cuba varios trabajos publicados en libros, artículos, monografías y ponencias, los cuales tratan sobre algunas actividades festivas, sus orígenes, motivaciones, así como los elementos que las integran. Sin embargo, no existía un análisis pleno del fenómeno que ubicara su importancia y trascendencia a nivel nacional.

El presente trabajo es el resultado del primer estudio de esta naturaleza, realizado en el país. Su ejecución coincidió con un momento histórico en el que, por cambios en la estructura económica, política, ideológica y social, se comenzaron a perder manifestaciones vigentes hasta ese momento.

La investigación ha permitido obtener una visión generalizadora del fenómeno festivo nacional, especialmente, en lo que se refiere a las fiestas populares tradicionales. El estudio aporta, por primera vez, datos inéditos acerca del desenvolvimiento de los festejos, sitúa, en tiempo y espacio, cada uno de ellos y esclarece si mantiene su vigencia o no. De igual modo, se indican aquellas celebraciones que han sido revitalizadas como resultado de la investigación practicada y ante el reclamo de la población local. El número de festejos devueltos a la práctica social asciende a 370, en ellos se ha respetado la raíz tradicional de sus elementos principales, pero sin desconocer usos y costumbres, gestados en los últimos años.

Esta acción revitalizadora introduce los resultados más importantes --cuantitativos y cualitativos-- que se hayan realizado en la práctica cultural de la población, luego del triunfo revolucionario de 1959. Así se responde a uno de los propósitos de este estudio: devolver, con un enfoque crítico y creador, las tradiciones en vías de desaparición de cada localidad y con ello reafirmar la identidad cultural cubana.

Otro de los aportes de este trabajo lo constituye, sin dudas, la clasificación de los festejos, de acuerdo con su función, orígenes étnicos, motivaciones, características y elementos populares tradicionales que los distinguen; denominaciones, fechas de celebración, rasgos originales, evolución histórica, social y estado actual.

Tal clasificación se basó en la definición de carácter religioso o laico de las distintas festividades, lo que originó siete subgrupos: dos religiosos y cinco laicos; los que, a su vez, se dividieron en varios subgrupos. Toda la caracterización y tipologización se obtuvo a través de entrevistas abiertas y aplicación de cuestionarios en todos los municipios del país. Estas informaciones se complementaron con el estudio bibliográfico y documental.

Metodológicamente se aportó un cuestionario que ha posibilitado una muestra nacional con indicaciones concretas acerca de su procesamiento, el cual es susceptible de aplicar en cualquier país de Latinoamérica, así como una guía destinada a la revitalización de las manifestaciones populares tradicionales estudiadas (fundamentalmente fiestas, música y danzas), la cual tiene como objetivo preservar la tradición en vías de extinción, integrando actividades actuales.

Este estudio ha permitido realizar una valoración de los festejos en el contexto que han perdido definitivamente su vínculo con las masas, así como analizar cuáles responden a las nuevas realidades del país, a fin de revitalizarlas o tratar de que no desaparezcan.

En el análisis histórico que se efectuó, quedaron aclarados los antecedentes e influencias que originaron los festejos cubanos. En el aspecto étnico se consideraron las diferentes áreas de asentamiento de los inmigrantes, las interinfluencias y sincretismos que se produjeron y todo lo acaecido durante el proceso de transculturación que originara al pueblo cubano.

Se pudo conocer también la función desempeñada por las fiestas durante las guerras de liberación y en otras actividades revolucionarias, así como en los ritos, en los que se gestaron actos que, en más de una ocasión, manifestaron el descontento popular.

Se analizó la penetración cultural norteamericana hasta 1959, la cual se propondría ahogar la cultura nacional con la imposición de elementos de su modo de vida, a la vez que se reprimía toda participación popular. Otro aspecto destacado es la comercialización derivada de esos hechos, la que desvirtuaría consecuentemente los elementos tradicionales de muchas fiestas. La politiquería, detalle poco estudiado, y que, sin embargo, contribuiría también a desvirtuar la raíz de muchos festejos: en período de elecciones, para la promoción de candidatos se utilizaban los instrumentos musicales populares; durante la campaña publicitaria se inventaban incluso estribillos con ese fin y las congas salían, expresamente, para realizar la propaganda.

De acuerdo con la bibliografía consultada hasta el momento, el estudio realizado es el único que abarca un país en su totalidad, efectuado, paralelamente, en todos los territorios y que, además, analiza en un período de tránsito social, los pormenores del tema en épocas pasadas, con un concepto integral que lo ubica geográficamente e indica su carácter vigente o no.

Consideramos que entre los valores de un trabajo científico están sus aportes metodológicos y sus posibilidades de aplicación práctica. A raíz de esta investigación se desarrolló un movimiento investigativo-promocional de las tradiciones propias de la cultura espiritual del pueblo cubano, que involucró a técnicos, profesores, promotores culturales y población en general, y dejó un saldo favorable en cada comunidad. Son múltiples las actividades, eventos e instituciones creadas al calor de este movimiento que han hecho posible el rescate y la revitalización de tradiciones perdidas o en vías de extinción. Así mismo, han permitido un mejor conocimiento de la historia a través de las tradiciones de cada localidad, y han reafirmado la identidad cultural en los marcos regionales y nacional.

La clasificación elaborada originó la definición de varios grupos y subgrupos de fiestas: las de carácter religioso son de origen católico (patronales y solemnidades de precepto) y de origen subsaharano. También están representadas las manifestaciones religiosas de origen haitiano (el Bande-Rará y las fiestas a los loas). Entre las de carácter laico se encuentran las campesinas con seis subgrupos y las destinadas a los carnavales, parrandas y charangas, con cuatro subgrupos. Las fiestas laborales se agrupan en las de cultivos, así como las de los diferentes gremios y oficios, con un total de veintidós subgrupos. Las fiestas de inmigrantes se corresponden con las etnias representadas en Cuba. Este bloque laico termina con las fiestas de ciudadanos ausentes y las verbenas, como muestra de actividades organizadas por cabildos y comités preparatorios.

En el bloque de fiestas religiosas de origen hispánico, se destaca la presencia nacional de las patronales --las más numerosas del país--, en especial, las dedicadas a la Patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre; a San Juan, a Nuestra Señora de la Candelaria y a San José, entre otras. En las relativas a las solemnidades de precepto, existen cuarenta y cinco manifestaciones muy difundidas, entre las que se destacan: Nochebuena, Navidad, Año Nuevo, Día de Reyes y también Altares de Cruz y de Promesas, las festividades de San Juan y las de inmigrantes canarios y jamaicanos. Hay mayor concentración de estas fiestas en las provincias de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Camagüey.

Las fiestas religiosas, de origen subsaharano, se concentran en nueve subgrupos, casi todos vigentes nacionalmente. Las fiestas vinculadas a las prácticas tradicionales de la santería se conservan vivas en la mayor parte del país, excepto en los territorios de Sancti Spíritus y Camagüey. Le siguen, por su importancia y difusión las manifestaciones de palo monte, arará y la santería cruzada con palo monte y la cruzada con espiritismo. En las fiestas religiosas de origen haitiano hay señalados dos subgrupos, los cuales se localizan en Camagüey y territorios de la antigua provincia de Oriente, son ellos el Bande-Rará y las fiestas a los loas.

Las fiestas campesinas de carácter laico, vigentes o no, abarcan todo el país. En ese grupo se distingue el guateque, como modalidad más difundida, especialmente en la parte oriental (Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo). En occidente, sobre todo, en las provincias de Pinar del Río y La Habana, sobresale la fiesta del tambor yuka, cuyas reminiscencias se observan en Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Avila y Camagüey.

Los carnavales se celebran en todas las provincias y las parrandas; son propias de Villa Clara, pero también se desarrollan en Sancti Spíritus y Ciego de Avila.

Las charangas existen en Bejucal (provincia de La Habana), en Santiago de las Vegas (Ciudad de La Habana) y en el Rincón (municipio Boyeros de Ciudad de La Habana).

El carnaval acuático se practica como resultado del trabajo de revitalización, en Morón (provincia de Ciego de Avila) y Caimanera (provincia de Guantánamo).

Las fiestas laborales tienen varios subgrupos, que pertenecen a fiestas de cultivos y de gremios. Ambas modalidades se mantienen en casi todas las provincias, excepto en Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Avila y Camagüey. En Las Tunas, Granma y Holguín, sólo figuran como fiestas laborales de cultivos.

Las fiestas de los inmigrantes canarios se concentran, fundamentalmente, en la región central, mientras que las de los jamaicanos se extienden desde Camagüey hasta la zona oriental. En las festividades de haitianos, su representación mayor está en Santiago de Cuba y Guantánamo, aunque hay huellas de su otrora existencia en Ciudad de La Habana, La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus y Granma.

Históricamente, las verbenas han sido manifestaciones características de todo el país. Muchas dejaron de celebrarse en las últimas décadas, aunque un grupo considerable de ellas ha sido reanimado al calor del proceso de revitalización.

Las fiestas de los ciudadanos ausentes se concentran, sobre todo, en las provincias centrales del país (Cienfuegos, Villa Clara y Sancti Spíritus), pero también se celebran en Matanzas, La Habana, Granma, Santiago de Cuba, Holguín y Las Tunas.

La representación cartográfíca de los festejos populares tradicionales cubanos constituye una fuente de información para estudiosos, investigadores, educadores, especialistas, promotores culturales, estudiantes y todo aquel que necesite datos acerca de la incidencia étnica, social e histórica de las fiestas. La información puede ser factible para elaborar nuevos libros de textos, programas docentes, montajes de exposiciones, así como es susceptible de ser utilizada para la realización de regionalizaciones culturales.

Aspiramos a que esta publicación contribuya a un mayor conocimiento de esta actividad popular tradicional, tan querida por nuestra población, y a perfeccionar los trabajos que se realicen en este campo.

Dra. Virtudes Feliú Herrera

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