El poblamiento contemporáneo de Cuba y la conformación y desarrollo de los asentamientos rurales, son el resultado de un largo proceso que comenzó desde el inicio de la Conquista y Colonización de la Isla, a principios del siglo XVI. En contraste con lo ocurrido en otras tierras americanas, los poblados aborígenes de Cuba fueron desapareciendo al tiempo que iban siendo diezmados sus habitantes. Las siete villas fundadas por Diego Velázquez entre 1511 y 1515, constituyeron el primer paso en el proceso de colonización y poblamiento. Ellas fueron la antesala de un movimiento económico y demográfico que se desarrolló condicionado por diversos estímulos internos y externos.
Pasados los primeros tiempos de la Conquista y Colonización, la brusca reducción de los aborígenes, la inexistencia de verdaderos yacimientos auríferos, unidos a los nuevos estímulos exteriores, en particular, las empresas conquistadoras hacia el Continente americano --que provocaron el rápido despoblamiento de Cuba a los pocos años de la llegada de los colonizadores hispánicos-- produjeron la transformación de este panorama inicial de fundaciones. La colonización y el poblamiento seguirían entonces los derroteros marcados por las nuevas actividades económicas, las que se irían fomentando en la Isla. Las informaciones que se presentan están encaminadas a profundizar en el conocimiento de este proceso a la vez que se trata de resaltar algunas de sus características regionales.
Este estudio reviste una importancia específica en el marco de la investigación en que se inscribe, dado que puede ayudar en el análisis de la historia, costumbres, tradiciones y cultura en general, de la población del campo. La presencia y conservación de las distintas manifestaciones de la Cultura Popular Tradicional muestran una marcada relación con los tipos de asentamiento. Es cierto que éstos son el resultado de condiciones socioeconómicas concretas, pero cuando se establecen pasan a formar parte de la herencia cultural y actúan directamente sobre la vida sociocultural de sus pobladores.
Uno de los rasgos distintivos del poblamiento en el período colonial, fue la desigual distribución de la población en el territorio insular; lo que estuvo presente desde los primeros años de la dominación española y se mantuvo como una constante hasta el siglo XX, con los matices que le imprimió cada etapa del desarrollo económico. Los datos que ofrecen los censos de la época, entre ellos el de 1862, elaborado en un momento crucial de transición en la Historia de Cuba, ilustran claramente esa realidad y constituyen una base para la comprensión de esta problemática en el siglo XX. Las áreas de los mayores volúmenes demográficos fueron siempre aquellas en las que ocurría el más fuerte desarrollo económico y hacia donde se dirigían los principales movimientos migratorios.
Como resultado del crecimiento demográfico y la ampliación de las áreas que se abrían al proceso de colonización interior, aumentaba continuamente el número de poblaciones, al tiempo que cada renglón económico generaba asentamientos, cuyas características dependían de las necesidades de sus respectivas formas de organización de la producción y tenencia de la tierra.
El análisis de este fenómeno ha sido a menudo abordado desde una clasificación que agrupa la población a partir de dos indicadores: urbano y rural, incluyendo en el primero todas aquellas personas que se reportaban en poblaciones y en el segundo, las que se consignaban en fincas; sin embargo, la identificación de urbana para todas las localidades recogidas en el censo no se corresponde con la realidad y podría causar innumerables confusiones. Conjuntamente con las grandes ciudades y villas, el censo expone pequeños núcleos que muy frecuentemente no rebasaban las cuatro o cinco viviendas reunidas. Por esa razón, para la elaboración de los mapas, la clasificación se ha hecho sobre la base de las dos formas fundamentales en que se ha asentado históricamente la población: la dispersión y la concentración de habitantes. Ello permite destacar otros rasgos típicos del poblamiento de Cuba.
Se ha clasificado como población dispersa, aquella que vivía en fincas (haciendas , potreros, vegas de tabaco, estancias, sitios de labor y cafetales. En ellas, como norma, vivían reducidos grupos de personas, muchas veces aislados y dispersos entre los campos. A la población concentrada corresponde, entonces, la que era reportada en ciudades, villas, pueblos, aldeas, caseríos y la de los ingenios azucareros. Estos últimos se recogían en la documentación de la época como una finca rústica más, pero sus moradores vivían reunidos en el área del batey y, en su inmensa mayoría, por muy pequeños que fueran, superaban en número de habitantes a muchas de las poblaciones que se relacionan en los censos. El análisis de estos datos muestra el alto número de personas que vivía en asentamientos concentrados: 53 % del total de la Isla en 1862, debido en gran medida, al elevado volumen demográfico consignado en el rubro de poblaciones, particularmente, en las cabeceras jurisdiccionales. Este era un fenómeno que se presentaba desde los primeros años de la Colonización, en virtud de los patrones de asentamiento puestos en práctica por los españoles. Por otro lado, hay que considerar la industria azucarera, a nivel insular, 16,6 % de la población estaba reunida en ingenios y en algunas de las principales jurisdicciones dedicadas a esta actividad; las cifras superaban con creces este promedio. Mientras tanto, extensas áreas se mantenían despobladas o prácticamente deshabitadas. En correspondencia con lo expresado hasta aquí, las mayores densidades de asentamientos concentrados se presentaban hacia el occidente de la Isla.
La población dispersa mostraba más altas proporciones en las zonas donde se había extendido el cultivo de tabaco y frutos menores. A modo de ejemplo, podrían destacarse las jurisdicciones de Pinar del Río y San Cristóbal, en la región occidental, donde 84 % y 57 %, respectivamente, de la población se distribuía en vegas tabacaleras. La ganadería, por su parte, era otro factor importante que influía en la dispersión. Puerto Príncipe (Camagüey) es un caso típico en este sentido y aunque se sitúa entre las jurisdicciones con mayor número de habitantes, esto se debía al alto monto demográfico reunido en la ciudad cabecera. La producción ganadera que ocupaba más de 70 % de su extenso territorio, sólo acogía un reducido número de habitantes, dispersos e irregularmente distribuidos entre sus campos. De manera que, si bien es cierto que la concentración era el fenómeno más característico del poblamiento cubano en el siglo XIX, ya en ese período era elevado el número de personas que vivía en forma dispersa, sobre todo, entre el sector de la población rural que constituyó la simiente de nuestro campesinado actual.
Dentro del conjunto de asentamientos existente en el período colonial, hay que considerar también a los que fueron fomentados por esclavos prófugos. Su presencia fue mucho mayor en los momentos de auge del sistema esclavista y el consiguiente recrudecimiento de la explotación. A pesar de las continuas persecuciones, a las cuales los sometieron, muchos de ellos lograron crear sistemas de relaciones socioeconómicas de relativa estabilidad y se mantuvieron durante largo tiempo. Algunas de nuestras actuales poblaciones se fomentaron a partir de tales núcleos. Su distribución geográfica no coincidía con las áreas de mayor concentración de esclavos, sino que los cimarrones muchas veces tenían que recorrer largas distancias para establecerse en zonas intrincadas y de difícil acceso, en las que, en espacios muy reducidos, se disponían viviendas y sembradíos.
El período republicano se caracterizó por un proceso acelerado de aumento de la población. En esos años se observa una nueva tendencia en el proceso de expansión demográfico territorial que se dirige con marcada fuerza hacia el Este del país. Este fenómeno que ya se vislumbraba desde el siglo anterior, estuvo motivado fundamentalmente por el desarrollo de la industria azucarera en esos territorios. Como se señaló en el censo de 1943 “la historia del período republicano en lo que a población se refiere, es la historia del desarrollo de las provincias de Camagüey y Oriente”.
Los datos disponibles no permiten establecer una comparación del número de asentamientos en el siglo XX en relación con el período colonial. Las estadísticas censales sólo se refieren a aquellos que tenían más de 1 000 habitantes. De todas maneras, a partir de las informaciones cualitativas obtenidas durante la investigación de terreno, se ha podido comprobar que los asentamientos rurales siguieron una tendencia al incremento numérico.
La conjugación del crecimiento demográfico y la ampliación de la actividad agrícola produjo la formación de un gran número de asentamientos rurales. Del mismo modo, la construcción de vías de comunicación, como lo fueron el ferrocarril y la carretera centrales, ejerció una influencia considerable en este proceso al propiciar el establecimiento de múltiples núcleos en su trayecto. En realidad, eran muy disímiles los estímulos que originaron el surgimiento de un asentamiento rural.
Funcionalmente muchos de ellos no eran más que reservorios de fuerza de trabajo agrícola; algunos significaban la solución a los grandes problemas de vivienda y trabajo que confrontaba la población del campo, la que a menudo se situaba junto a los caminos rurales sin tener ningún vínculo con las explotaciones económicas de la zona. Asimismo, surgieron otros, los que se convirtieron en centros socioeconómicos de las áreas donde se hallaban enclavados y en los que se estableció siempre una población grandemente heterogénea, desde el punto de vista ocupacional. En ellos era muy común que se situaran diversos tipos de establecimientos comerciales y de la esfera de los servicios que satisfacían algunas necesidades de la población circundante.
La población campesina se ha caracterizado históricamente por establecer la vivienda en medio de la tierra que trabaja, lo que ha conformado asentamientos con marcadas características de dispersión, cuyas especificidades han dependido siempre de las formas de organización de la producción de la actividad económica que se practique. Las comunidades o poblados campesinos, típicos de otros países, no son característicos para Cuba. Sin embargo, en algunas zonas donde se dieron condiciones objetivas muy concretas, pudiera mencionarse la existencia de pequeños núcleos de concentración, sobre todo, cuando en una porción de terreno las fincas y parcelas se distribuyen de manera contigua. Estos asentamientos podrían considerarse como un eslabón intermedio entre la dispersión y la concentración rural.
La información censal no ofrece datos a través de los cuales se pueda definir con exactitud el número de personas que vivía en forma dispersa en este período; pero si se analiza la estructura agraria reflejada en los censos, se observa que, paralelamente a las grandes fincas controladoras de la mayor parte de los territorios de la nación, existía un alto número de pequeñas parcelas, las que ejercían una influencia directa sobre el carácter de los asentamientos, dada la tendencia histórica del campesinado cubano en cuanto al establecimiento de la vivienda. Desde luego que la dispersión no ha sido nunca un fenómeno exclusivo de la población campesina, sino que también muchos trabajadores agrícolas vivieron de este modo, sobre todo, en el período anterior a 1959.
A partir de esta fecha, se inició un profundo proceso de transformaciones en las zonas rurales, que han estado ejerciendo una fuerte acción como reestructuradoras de los asentamientos rurales tradicionales. La acción revolucionaria se ha manifestado en la construcción de tiendas del pueblo, escuelas, centros de asistencia médica, círculos sociales y otros establecimientos de uso social, así como en la instalación del fluido eléctrico, hechos que redundaron en el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de la población del campo. A esto se une el intenso proceso de construcción de caminos rurales y carreteras asfaltadas que finalizaron su histórico aislamiento.
Una gran parte de las principales localidades rurales estudiadas alcanzó la dimensión y significación actuales como consecuencia de los cambios señalados. La migración hacia ellas de trabajadores agrícolas que deambulaban por los alrededores, o vivían en asentamientos de muy precaria estabilidad, constituyó un factor importante para su engrandecimiento demográfico y el incremento de sus actividades económico-sociales. Del mismo modo, numerosos campesinos se han trasladado hacia los poblados rurales y las zonas urbanas.
En el proceso de reorganización de la producción agropecuaria y en el sistema de asentamientos, ocupan un lugar importante las comunidades creadas como parte integral de los planes de desarrollo, iniciados en la década del 60. La necesidad de aplicar modernas tecnologías en la agricultura, acordes con las exigencias de la economía nacional, implicó la unificación de grandes extensiones de tierras, en planes agropecuarios especializados y la consiguiente concentración de la población rural, muchas veces aislada y dispersa en poblados con viviendas de nuevo tipo, dotados de electricidad y agua corriente, escuelas y demás instituciones sociales. Muchas de ellas, debido a las condiciones allí creadas, alcanzaron la categoría de urbanas.
En el sector campesino, el mayor reacondicionador de los asentamientos rurales tradicionales lo constituyó el proceso de creación de Cooperativas de Producción Agropecuaria (C.P.A.), en las cuales los campesinos unifican sus antiguos predios individuales y van a residir a un nuevo poblado. A veces la cercanía a una población ya constituida, facilita que las viviendas se construyan junto a ellas, por lo que pueden aprovecharse las estructuras allí creadas, sin inversiones adicionales de consideración.
Todas estas transformaciones han provocado profundos cambios en el sistema tradicional de los asentamientos. En la actualidad, la población rural puede encontrarse bien agrupada en caseríos y poblados rurales tradicionales o en nuevos asentamientos surgidos después del Triunfo de la Revolución. Entre los campesinos es aún fuerte la presencia del asentamiento disperso, pero es ostensible la tendencia a su reducción. Este fenómeno se observa también en los asentamientos concentrados, sobre todo, en los de menor magnitud demográfica. Independientemente de que los caseríos siguen siendo mayoritarios respecto a los poblados rurales, es significativa su disminución en el período intercensal 1970-1980.
Debido a que la mayor parte de los asentamientos rurales se sitúan a lo largo de las vías de comunicación, el trazado lineal en sus múltiples variantes ha sido siempre preponderante. No obstante, los poblados lineales pocas veces se presentan en forma de una línea recta. Generalmente se observan irregularidades motivadas por el carácter del relieve y la trayectoria de los caminos, a lo cual, en el caso de los caseríos campesinos, se suma la irregular distribución de las parcelas. Estos elementos, a menudo, provocan la existencia de formas desordenadas. En los asentamientos habitados por trabajadores agrícolas y, en especial, en los que se clasifican como poblados rurales, es común una mayor densidad en el agrupamiento de las viviendas y demás construcciones. Los poblados en forma de calles o caminos paralelos y la forma de manzanas son menos frecuentes, pero han aumentado en los últimos tiempos, dada la construcción planificada de los asentamientos.
En los nuevos asentamientos campesinos se advierten notables variaciones en el complejo socioeconómico de la vivienda por la desaparición de un conjunto de construcciones auxiliares habitualmente usadas en función de la producción agropecuaria, la crianza de animales domésticos y la protección contra huracanes, entre otras. Con las nuevas estructuras organizativas se crean instalaciones colectivas para estos fines. En el trazado del asentamiento no se contemplan los amplios patios de la vivienda campesina tradicional. Sin embargo, la presencia de hábitos y costumbres históricamente conformados, origina que en muchas partes comiencen a aparecer algunas construcciones auxiliares que presentan un fuerte contraste con las viviendas de nuevo tipo.
En los momentos en los que se desarrolló la investigación de terreno, resultó muy notable la disminución del uso del río como fuente de abastecimiento de agua y el incremento del sistema de tuberías, respecto a etapas anteriores. Sin embargo, el pozo (criollo o artesiano) se mantiene como el tipo de fuente más usado en las zonas rurales de todo el país, con una gran variedad de formas y sistemas para la extracción del agua.
Las categorías utilizadas por la población para identificar el lugar que habita han sido también objeto de estudio en este trabajo. Ellas presentan una gran diversidad en todo el país. Por lo general, se usan términos acuñados en diferentes períodos históricos, no siempre dirigidos a reconocer núcleos de población, sino a identificar divisiones político—administrativas, como son el cuartón y el barrio. Entre las especificidades regionales que se advierten, pudiera subrayarse la amplia utilización de la palabra batey en las zonas azucareras para identificar los asentamientos vinculados a este tipo de economía.
Los asentamientos rurales constituyen un fenómeno social que experimenta una serie de variaciones en dependencia de muy diversos factores, pero en el transcurso de la investigación se ha podido comprobar su estrecha dependencia respecto a los de índole socioeconómica, bajo cuyos efectos se han conformado patrones culturales que actúan como elementos estabilizadores y de continuidad. Los casos aislados de trasplante de patrones de asentamiento, característicos de otros grupos y culturas, han tenido un carácter efímero y sin trascendencia alguna.
Dr. Juan Antonio Alvarado Ramos
Mapas
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Distribución de la población. 1862
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Asentamientos concentrados, mediados del siglo XIX
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Distribución de la población esclava. 1862
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Asentamientos de esclavos prófugos. Siglos XVIII y XIX
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Población urbana y rural. 1899 - 1953
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Población rural. 1931 - 1953
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Asentamientos mayores de 1000 habitantes. 1907 - 1953
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Dinámica de la población. 1970 - 1981
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Asentamientos rurales concentrados. 1981
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Asentamientos construidos después de 1959
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Forma de los asentamientos rurales
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Vías de comunicación
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Transporte público
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Fuentes de abastecimiento de agua
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Electrificación
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Instalaciones educacionales
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Instalaciones del servicio médico rural
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Instalaciones de servicio a la población
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Denominación popular de los asentamientos rurales
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