El estudio histórico-cultural de la vivienda rural es importante no sólo por caracterizar su contenido étnico en el proceso de formación y consolidación de la identidad nacional, sino también para proyectar su desarrollo perspectivo en la preservación de los valores y la información transmitida de manera tradicional. La asimilación contemporánea de sus tipologías, materiales de construcción, tecnologías de edificación y el modo de adecuarse al medio ecológico, de acuerdo con las características de los asentamientos rurales, permite preservar las peculiaridades del paisaje y la actividad económica fundamental.
En la Antropología cultural, este tipo de vivienda ha sido estudiado en su contenido social; es decir, por la función que desempeña la cooperación y división del trabajo por sexos y ocupaciones durante el proceso de construcción, el tipo de labor o condición social de los que la fabrican, la participación en la construcción --principalmente colectiva y de tipo familiar-vecinal--, la designación de cada una de las partes de la vivienda, su relación con la estructura de la familia y el uso de la tierra. En síntesis, caracterizar las especificidades étnicas de la vivienda y sus construcciones auxiliares como mecanismo de autoidentificación y diferenciación de sus moradores en el ámbito de una comunidad particular o en un asentamiento disperso.
Para valorar la significación sociocultural de la vivienda rural y sus construcciones auxiliares en Cuba, debemos considerar las variaciones en el ámbito espacio-temporal de estos tipos de construcciones vernáculas, debido a las diferentes condiciones de vida de las clases, grupos y sectores sociales residentes en el campo. También se tuvo en cuenta, el empleo de tecnologías constructivas tradicionales, sus materiales de construcción, los tipos de viviendas, según la composición de sus paredes, techos, pisos y plantas; la distribución interior, el suministro de agua y luz, y la función de los grupos humanos asentados en este medio, así como lo referente a la adecuación al ecosistema. Sólo así, se puede superar la concepción de la vivienda rural como signo negativo de pobreza por una nueva lectura de la relación hombre-medio, a partir del incremento actual de las condiciones materiales y sociales de vida en correspondencia con el desarrollo general alcanzado, pero en un mayor contacto con la Naturaleza.
La presente sección del Atlas está basada en una muestra nacional que permite comparar y completar los resultados de investigaciones anteriores, las que se relacionan con la función y el lugar de la vivienda en el complejo de la cultura material de las áreas rurales.
El proceso histórico de asentamientos humanos cercanos o no a los principales centros urbanos, fundados en Cuba desde la primera mitad del siglo XVI hasta muy entrado el siglo XIX, tanto con características concentradas como dispersas, condicionaron la formación y desarrollo de peculiaridades culturales diferentes entre sí, en cuanto a la población urbana, la ubicación en el espacio geográfico y el tipo de actividad económica que realizan.
Estas peculiaridades se reflejan tanto en la vivienda como en los principales componentes de la alimentación, vestuario, ajuar doméstico e instrumentos de trabajo agrícolas, obtenidos del entorno natural y sin provocar los desequilibrios ecológicos de las áreas urbanas.
El estudio de la vivienda rural permite distinguir cuatro tipos fundamentales: el bohío, la casa con colgadizo, la vivienda económica y el chalet. Es decir, desde sus formas más tradicionales y primarias hasta las más elaboradas y complejas.
El bohío presenta cuatro subtipos, de acuerdo con la morfología de sus plantas, en forma de: I, L , T y paralela o Doble I. Cada una de estas morfologías posee, a su vez, variantes que aparecen registradas nacionalmente. Este tipo de vivienda ha disminuido en relación con los demás tipos estudiados, sobre todo, debido al mejoramiento de las condiciones materiales de vida de los pobladores rurales.
La casa con colgadizo presenta siete subtipos, caracterizados por la distribución de los espacios interiores, ya que la planta es, generalmente, rectangular.
La vivienda económica posee seis subtipos, cuya distribución interior recuerda la casa urbana de la primera mitad del presente siglo, con un pasillo lateral que comunica con el resto de los lugares habitados. Tanto la casa con colgadizo como la vivienda económica han crecido respecto al resto de las viviendas rurales y por la incorporación de nuevos materiales de construcción.
El chalet rural, aunque es un tipo de vivienda escasa, posee cuatro subtipos, que repite en mayor proporción las características de las plantas de la vivienda económica, pero con un mayor uso del portal, que puede cubrir desde el frente y uno de sus lados hasta los cuatro lados de la vivienda, lo que se relaciona estrechamente con muchas de las viviendas de los bateyes de los centrales azucareros.
En los materiales de construcción, según las partes de la vivienda, pueden apreciarse diversidad de paredes, techos y pisos, en estrecha relación con los tipos de viviendas estudiadas.
Existen cuatro variedades de materiales para edificar las paredes: yaguas y pencas de palma, principalmente la palma real (Roystonea regia, H.K.B.) y la palma cana (Sabal florida, Becc.); tablas de diversos árboles maderables, el embarrado (conocida mezcla de barro húmedo y paja, moldeado y emparejado en la propia estructura de palos entretejidos que conforman la pared) y ladrillos, bloques o prefabricado.
Los materiales de los techos son de pencas de guano u hojas de palma, tejas de barro cocido: criolla o de un canal y francesa o cuadrada y de dos canales; o de tejamaní --de madera--, algo más escaso; planchas de zinc, fibroasfalto o fibrocemento y de concreto u hormigón armado. Los pisos pueden ser elaborados mediante tierra apisonada, humedecida y mezclada con ceniza o con cocó (carbonato de calcio), de tablas (por lo común en las viviendas sobre pilotes) de cemento, con un acabado gris natural o de otros colores mediante el uso de polvos, y de mosaico industrial.
Se observa una estrecha relación entre la perdurabilidad de los materiales de construcción y la elevación de las condiciones de vida, reflejadas en la vivienda rural: la mayoría de los bohíos posee aún paredes de tabla o de yagua, techos de pencas y pisos de cemento o de tierra, y tiende a decrecer, sin embargo, la mayoría de las casas con colgadizo, las viviendas económicas y los chalets rurales están construidos de paredes de tabla machihembradas o de ladrillos, techos de planchas (de tejas y de cemento), y pisos de cemento y de mosaico, y tienden a crecer. Esto denota un aumento en las condiciones de vida, si se comparan con la etapa prerrevolucionaria, tanto a nivel provincial como nacional.
La información censal, disponible desde el siglo XIX, permite rastrear la evolución de los materiales de construcción y la función que desempeñaron durante varios siglos la madera, el barro y las hojas de palma en las viviendas rurales y sus construcciones auxiliares.
En el censo de 1827, que divide la Isla en tres Departamentos, se constata el predominio del embarrado, el guano (parte peciolada de las hojas de palmas) y la madera en las tres cuartas partes de las viviendas.
La información, disponible en 1861, establece una clasificación en seis tipos de materiales de construcción que va de lo más confortable (paredes de tabla y techo de tejas) a lo más precario (paredes de yagua o guano y techo de guano) y obviamente se observa una plena correspondencia entre el desarrollo socioeconómico alcanzado entonces por la región centro-occidental, respecto al retraso en que se mantuvo Oriente. No obstante, las viviendas de paredes de yagua y techo de guano, así como las de paredes de embarrado (adobe) y techo de guano, superan las tres cuartas partes del total de la Isla, lo que evidencia el grado precario de las condiciones de vida del campesinado y va generando con el tiempo un símbolo de pobreza en relación con este tipo de vivienda.
Durante el siglo XX, es posible reconstruir una serie histórica entre 1901-1970, gracias al censo de este último año. Si analizamos las variaciones de perdurabilidad de los materiales de construcción de las viviendas rurales a nivel de provincias, se aprecia un incremento de la madera y la teja en los primeros treinta años del siglo y un paulatino proceso de disminución de los materiales más precarios, excepto en las provincias con mayor proporción de población rural (Pinar del Río y Oriente).
Sin embargo, desde 1934 a 1958, la madera y el guano caracterizan la vivienda rural que llega hasta el presente en las referidas provincias con mayor población rural. Durante el período 1959-1970, se mantiene el predominio de las viviendas de madera y guano, excepto en Las Villas, debido al mayor empleo de un abundante recurso natural: el barro.
Si en este censo analizamos por períodos el desarrollo alcanzado por cada uno de los materiales de construcción, se aprecia que las viviendas de paredes de madera y techo de tejas (las más confortables) y las de paredes de adobe y techo de tejas (en menor cantidad) tienden a decrecer desde 1901 hasta 1945 como reflejo de la depauperada situación socioeconómica del país. Si las primeras vuelven a crecer en el período 1946-1958 y se reducen posteriormente (1959-1970) por la implantación de otros materiales de construcción, las segundas también crecen, pero en una menor proporción, ya que se limitan a una parte reducida de la Isla.
Las de otros materiales de construcción tradicionales como paredes de madera y techo de guano, paredes de adobe y techo de guano y paredes de yagua y techo de tejas tienden a crecer ininterrumpidamente, lo que refleja una persistencia cultural derivada de la plena adaptación y utilización de los recursos del medio, a partir de la autoconstrucción, basada en las relaciones familiar-vecinales y en la transmisión empírica del conocimiento de los materiales y las técnicas de construcción, en la apropiación y transmisión de una modalidad cultural que influye en todos los aspectos del ciclo vital.
Tanto el suministro de agua como el alumbrado de la vivienda rural actual es muy variado. Las fuentes de abastecimiento de agua se realizan mediante la presencia natural de un río o manantial, por la construcción de pozos y aljibes, o a través del suministro estable de agua por tuberías, como en las áreas urbanas.
En el medio rural, cada vez, hay una menor dependencia de las formas naturales de abastecimiento de agua potable, cualquiera que sea el tipo de viviendas, así como un mayor empleo de fuentes construidas para ese fin. En este contexto se aprecia que, mientras más confortable es el tipo de vivienda (por su modernidad), mayor proporción existe del suministro de agua por tuberías.
El alumbrado artificial de la vivienda puede depender del uso de kerosene o “luz brillante”, del carburo, las velas y la electricidad, mediante pequeñas plantas o por suministro industrial. La tendencia más generalizada es el uso creciente de la electricidad, aunque todavía en las viviendas tradicionales un considerable número de los bohíos se ilumina mediante kerosene.
Debemos considerar que en el período 1959-1963, se edificaron 26000 viviendas rurales, distribuidas en 150 pueblos o núcleos de granjas con un nivel de habitabilidad nunca antes alcanzado por el campesinado. El proceso de cooperativización también promovió la construcción de nuevas viviendas, no siempre basada en las tradiciones constructivas del campesino, ya que en el medio rural cubano, la noción de vivienda no equivale sólo a la casa o espacio techado, sino a todo el entorno casero y circuncasero (donde se encuentra el conjunto de construcciones auxilares) y el espacio a cielo abierto donde transcurre el ciclo diario. Esta noción es esencial para comprender las características etnoculturales de un hábitat integrado a las necesidades cotidianas y perspectivas de esta parte de la población.
En el estudio de las construcciones auxiliares, que comúnmente forman parte sustancial de la concepción rural de la vivienda, se detectan seis tipos: el bohío vara en tierra), el rancho, el corral, el criadero de animales, la casa de tabaco y el secadero de café y el de cacao.
El bohío vara en tierra posee cuatro subtipos, de acuerdo con el empleo o no de pared frontal y posterior; ya que comúnmente su estructura está compuesta por un techo a dos o tres aguas sin paredes. Es la construcción auxiliar más resistente al embate de los huracanes; ha sido empleado tanto para almacén, cuarto de desahogo y dormitorio para visitas, cuando el tamaño de la vivienda principal así lo requiere.
Existen cinco subtipos principales de ranchos, cada uno de ellos con dos o tres variantes, que dependen del uso o no de paredes y pilotes en su construcción, así como del empleo o no de un pequeño portal para funciones domésticas. El rancho puede usarse también como almacén, almacén-baño, almacén-lavadero u otras funciones que dependen del principal tipo de actividad económica de la familia. Tanto el bohío vara en tierra como el rancho poseen menores proporciones que las respectivas viviendas principales de las que forman parte.
De la amplia variedad de corrales, pueden distinguirse cuatro subtipos con sus respectivas variantes, ya sean sin techar, techados o mixtos. Estos se emplean principalmente para la cría y cuidado del ganado mayor (bovino y equino) y menor (porcino y caprino); se encuentran algo más alejados de la vivienda principal y sus proporciones también dependen del tipo de ganado.
Otras construcciones auxiliares están destinadas al criadero de animales: aves (gallinas, palomas, patos, pavos) y mamíferos (conejos, curieles, jutías). Existen también cuatro subtipos que varían, según el animal de crianza y los materiales de construcción disponibles.
Las construcciones auxiliares restantes están en dependencia de tres tipos particulares de actividad económica.
Las casas de tabaco, con ocho subtipos, varían en proporción y materiales de construcción; éstas son características de las áreas de producción tabacalera y están destinadas a secar las hojas de tabaco recién cosechadas. Sus formas van desde el techo a dos aguas sin paredes, como un vara en tierra de grandes dimensiones, hasta los techos de zinc y paredes de tabla, análogo al chalet rural pero sin portales.
Los secaderos, con cinco subtipos, están destinados --como su nombre indica-- a secar al sol los granos de café y los frutos del cacao. Estos varían en proporción y diseño, de acuerdo con la topografía de los terrenos y con el volumen de las cosechas; la mayoría de ellos está sin techar. Los techados se emplean para proteger el cacao del rocío nocturno o la lluvia; al día siguiente vuelve a ser expandido y movido varias veces para aprovechar al máximo los rayos solares.
La vivienda rural y sus construcciones auxiliares forman parte de un proceso acelerado de cambios que propicia un desarrollo, sin precedentes en Cuba, a partir del agrupamiento en comunidades de una población muy dispersa y sin acceso elemental a los servicios sanitarios, educacionales, comerciales, eléctricos y recreativos. En esto ha influido la formación de granjas estatales, Cooperativas de Créditos y Servicios, así como Cooperativas de Producción Agropecuaria, que agrupan a obreros agrícolas y campesinos, vinculados con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), junto con la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).
Todo ello ha propiciado:
- la inclusión, en el diseño de las nuevas viviendas, del baño con servicio sanitario en el área techada del recinto principal, junto con una intensa campaña nacional para incluir letrinas anexas o dentro de la vivienda aún no vinculadas con las nuevas comunidades;
- la inclusión del piso de cemento o de mosaico como medida para eliminar el piso de tierra apisonada, transmisor de múltiples enfermedades, especialmente en la población infantil; y
- la inclusión de corrales para aves, cerdos y otros animales de cría, como medio para eliminar la convivencia promiscua con las personas y combatir las enfermedades que éstos transmiten.
El desarrollo acelerado genera todo tipo de cambios y transformaciones, avances y nuevos problemas a considerar, pero su finalidad es el ser humano, quien constantemente trata de preservar su esencia cultural, de reafirmar su propia condición humana. En este sentido la vivienda es parte sustancial de esa condición.
Dr. Jesús Guanche Pérez
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